Nuestra Guerra
Para Edna Woolman Chase, la editora
en jefe de Vogue América, el ingreso de Estados Unidos a la segunda guerra
mundial debía ser incluyente con el género femenino, tal como lo manifestó el
presidente Franklin Roosevelt en una transmisión radial previa a este hecho,
pero más que eso, con las mujeres de todas las esferas de la sociedad. Para
ella, las mujeres adineradas podrían jugar un papel fundamental en la evolución
de los conflictos bélicos que se llevaban acabo en Europa, ya que al tener los
medios necesarios para comisionar el cuidado de su hogar a otras mujeres les
permitiría ejercer labores de respaldo, ayuda y ocupación de diferentes puestos
que eran comúnmente o exclusivamente designados para los hombres.
Cabe resaltar que tras la primera guerra
mundial, las mujeres comenzaron a sentir la necesidad de independencia y de un
cambio generacional completo, esto adjudicado a las nuevas formas liberales que
se gestaban como el nacimiento del dada y su posterior evolución al surrealismo
al igual que el cambio de rol social que sufrió durante esta época, pero como
lograr ingresar al apuro internacional presente a mujeres que nunca sintieron
esta necesidad de evolución y que estaban acostumbradas al lujo y al desinterés
con los temas trascendentales, un simple estimulo, los uniformes como objeto de
orgullo nacional.
La escasez de insumos necesarios
para crear atuendos elaborados tuvo un gran impacto en la sociedad americana la
cual empezaba a interesarse por los incipientes diseñadores que surgían en esta
época para dar paso al uso de tela, cremalleras, caucho, cuero, nylon y las
fábricas de manufactura al servicio de la guerra y sus insumos; tal fue la
restricción que se creó la ley 85 o L-85 que dictaba el número de piezas de
ropa que una persona podía comprar al año o la cantidad de material necesario
para crear cada atuendo.
En Vogue, el sentimiento patriota
se apoderó de su redacción y especialmente de su directora. Edna se dio cuenta
que una manera de enrolar más mujeres a la guerra era con un incentivo que la
revista ha usado desde sus comienzos, la indumentaria. Ella Logró que sus
lectoras, mediante proclamas nacionalistas, utilizaran el uniforme que se ve
usualmente como la máxima muestra de reclusión una prenda digna de usar, una
muestra de apoyo a las tropas desde su país pero sin usar las tipas franjas y
estrellas.
La revista comenzó a realizar
editoriales donde se mostraban las distintas maneras de usar el uniforme, como combinarlo
con accesorios, llamó a los diseñadores
a crear variaciones para que el uniforme fuese más versátil y se pudiera vestir
en distintos momentos del día, cómodo en el espacio laboral y alentó a las
mismas para crearan sus propios atuendos respetando la ley de restricciones de
insumos.
El racionamiento fue lo que Vogue
manejó de mejor manera al mostrarlo como un acto patriota, así no solamente las
mujeres vestían de una manera que mostraba el apoyo sino que la L-85 era el
mayor logro que estas podían tener cuando confeccionaban sus vestidos.
Diseñadores aclamados de la época como Muriel King era uno de los que logró
confeccionar sus piezas con el mínimo de tela que se pudiera y sin cremalleras lo cual lo catapultó a la fama
instantáneamente gracias a la exposición continua que tenía en la revista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario