martes, 25 de noviembre de 2014

Nuestra Guerra

Nuestra Guerra




Para Edna Woolman Chase, la editora en jefe de Vogue América, el ingreso de Estados Unidos a la segunda guerra mundial debía ser incluyente con el género femenino, tal como lo manifestó el presidente Franklin Roosevelt en una transmisión radial previa a este hecho, pero más que eso, con las mujeres de todas las esferas de la sociedad. Para ella, las mujeres adineradas podrían jugar un papel fundamental en la evolución de los conflictos bélicos que se llevaban acabo en Europa, ya que al tener los medios necesarios para comisionar el cuidado de su hogar a otras mujeres les permitiría ejercer labores de respaldo, ayuda y ocupación de diferentes puestos que eran comúnmente o exclusivamente designados para los hombres.




Cabe resaltar que tras la primera guerra mundial, las mujeres comenzaron a sentir la necesidad de independencia y de un cambio generacional completo, esto adjudicado a las nuevas formas liberales que se gestaban como el nacimiento del dada y su posterior evolución al surrealismo al igual que el cambio de rol social que sufrió durante esta época, pero como lograr ingresar al apuro internacional presente a mujeres que nunca sintieron esta necesidad de evolución y que estaban acostumbradas al lujo y al desinterés con los temas trascendentales, un simple estimulo, los uniformes como objeto de orgullo nacional.

La escasez de insumos necesarios para crear atuendos elaborados tuvo un gran impacto en la sociedad americana la cual empezaba a interesarse por los incipientes diseñadores que surgían en esta época para dar paso al uso de tela, cremalleras, caucho, cuero, nylon y las fábricas de manufactura al servicio de la guerra y sus insumos; tal fue la restricción que se creó la ley 85 o L-85 que dictaba el número de piezas de ropa que una persona podía comprar al año o la cantidad de material necesario para crear cada atuendo.




En Vogue, el sentimiento patriota se apoderó de su redacción y especialmente de su directora. Edna se dio cuenta que una manera de enrolar más mujeres a la guerra era con un incentivo que la revista ha usado desde sus comienzos, la indumentaria. Ella Logró que sus lectoras, mediante proclamas nacionalistas, utilizaran el uniforme que se ve usualmente como la máxima muestra de reclusión una prenda digna de usar, una muestra de apoyo a las tropas desde su país pero sin usar las tipas franjas y estrellas.

La revista comenzó a realizar editoriales donde se mostraban las distintas maneras de usar el uniforme, como combinarlo con accesorios,  llamó a los diseñadores a crear variaciones para que el uniforme fuese más versátil y se pudiera vestir en distintos momentos del día, cómodo en el espacio laboral y alentó a las mismas para crearan sus propios atuendos respetando la ley de restricciones de insumos.





El racionamiento fue lo que Vogue manejó de mejor manera al mostrarlo como un acto patriota, así no solamente las mujeres vestían de una manera que mostraba el apoyo sino que la L-85 era el mayor logro que estas podían tener cuando confeccionaban sus vestidos. Diseñadores aclamados de la época como Muriel King era uno de los que logró confeccionar sus piezas con el mínimo de tela que se pudiera y sin cremalleras  lo cual lo catapultó a la fama instantáneamente gracias a la exposición continua que tenía en la revista.

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